Una joven madre de Tokio que dejó a su hija de 3 años sola en casa durante más de una semana mientras se iba de fiesta con su novio fue declarada culpable de causar la muerte de la niña y condenada a ocho años de prisión el 9 de febrero.
El juicio de Saki Kakehashi, de 26 años, en el Tribunal de Distrito de Tokio puso de manifiesto la urgencia de los esfuerzos sistemáticos para romper las cadenas de los abusos a menores por parte de quienes fueron víctimas.
Los fiscales solicitaron una pena de 11 años de prisión para Kakehashi, madre soltera y residente en el distrito de Ota, acusada de negligencia como tutora con resultado de muerte. Fue juzgada bajo el sistema de juez lego. Según la sentencia, Kakehashi dejó a su hija, Noa, sola en su apartamento del 5 al 13 de junio del año pasado para ver a su novio en la prefectura de Kagoshima, en Kyushu, al sur de Japón.
Dejó a la niña en un dormitorio con botellas de agua y aperitivos. También colocó un sofá contra la puerta del dormitorio para evitar que la niña saliera de él. Cuando Kakehashi regresó a casa después del viaje, encontró a la niña inconsciente. Llamó a una ambulancia. La muerte de Noa se confirmó más tarde en un hospital.
La niña murió de hidratación y hambre, según demostró la autopsia. "Una vida inestimable se perdió por el crimen atroz y egoísta (del acusado)", dijo el juez presidente Kiichi Hiraide en su sentencia,
El tribunal citó dos factores detrás de la tragedia: la infeliz educación de la mujer y su costumbre de dejar a su hija sola en el apartamento.
LA HISTORIA DE LA MADRE
Kakehashi declaró ante el tribunal que sufrió abusos en su infancia.
Dijo que cuando iba a la escuela primaria, sus padres la apuñalaban con un cuchillo y le mantenían la cabeza bajo el agua en la bañera. En otras ocasiones, la ataron en una bolsa de basura y la dejaron durante días sin comer.
Kakehashi dijo que sus padres fueron finalmente arrestados bajo sospecha de negligencia en la custodia.
Tomando nota de los antecedentes de la mujer y de la falta de cuidados cariñosos mientras crecía, el tribunal concluyó que había desarrollado tres rasgos de carácter: desconfianza en los demás, incapacidad para expresar sus verdaderos sentimientos a los demás y un celo excesivo por estar a la altura de las expectativas de la gente.
Estas características, según el tribunal, "entraban en juego de forma complicada" cuando tomó la decisión de abandonar a su hija para poder pasar tiempo con su novio.
Sin embargo, el tribunal también reconoció que, en última instancia, fue su propia decisión la de abandonar a la niña, ya que lo había hecho habitualmente en el pasado.
En mayo del año pasado, por ejemplo, Kakehashi dejó sola a Noa durante cuatro días mientras iba a ver a su novio.
"La historia de su vida debe ser tenida en cuenta hasta cierto punto, pero hay un límite en cuanto a la cantidad", afirma la sentencia.
"No hay palabras para describir la agonía y el dolor que debió sentir la niña cuando su cuerpo empezó a apagarse y no pudo recibir la ayuda de la madre que tanto necesitaba", añadió.
En una rueda de prensa tras el veredicto, una de las juezas legas, que tiene 20 años, subrayó la necesidad de crear un sistema de apoyo a las víctimas de abusos infantiles.
"Durante el juicio sentí con fuerza que las personas que no pueden pedir ayuda por sí mismas son las que necesitan asistencia inmediata", dijo. "Debemos pensar en cómo podemos abordar este problema".
El gobierno se ve obstaculizado por la falta de datos oficiales sobre cómo se desarrolla la "cadena de maltrato infantil" en los hogares de todo el país.
Satoru Nishizawa, profesor de psicología clínica de la Universidad de la Prefectura de Yamanashi que testificó en el tribunal en defensa de Kakekashi, habló del caso durante una entrevista con The Asahi Shimbun.
Afirmó que una de las razones del comportamiento de Kakekashi se debe a que no recibió una terapia desde el principio para tratar su propio trauma derivado de los abusos sufridos durante su infancia.
Como resultado, dijo que "estaba hambrienta de amor" cuando fue internada en un centro de bienestar infantil después de sufrir abusos por parte de sus padres.
Nishizawa dijo que calculaba que alrededor del 30% de las víctimas de abusos infantiles acaban cometiendo abusos ellos mismos.
Al pedir que se revise el sistema de ayuda existente, dijo que las víctimas necesitan tener acceso a terapia para afrontar su trauma y ser tratadas de forma que se sientan queridas en un centro de bienestar infantil.
En la actualidad, los requisitos para recibir asistencia a las personas que se encuentran bajo custodia protectora en los centros de bienestar infantil están restringidos a los menores de 18 años. El Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar Social pretende ampliar la edad de elegibilidad mediante una revisión de la Ley de Bienestar Infantil que se espera presentar a la Dieta durante el actual periodo de sesiones.
Sin embargo, los mayores de 20 años no podrán seguir recibiendo ayudas.
Chie Haba, autora de un libro de 2019 titulado "Soy una superviviente de los abusos", pidió que se ponga fin a "la repetición de los abusos".
Haba, de 38 años, señaló en su libro que fue maltratada por su madre, que a su vez había sido maltratada por sus propios padres. "El gobierno debería proporcionar subvenciones a los adultos cuando reciben tratamiento por sus experiencias de abuso en la infancia", dijo. "Pero el primer paso para el gobierno es hacer un estudio sobre la frecuencia con la que las víctimas de abusos infantiles participan en el maltrato de sus propios hijos".
