Mientras que otras investigaciones han encontrado este vínculo a nivel de condado, este estudio es uno de los pocos que analiza la crisis a nivel de barrio, dijo Bridget Freisthler, autora principal del estudio y profesora de trabajo social en la Universidad Estatal de Ohio.
"Cuando se mira a nivel de condado, resulta muy difícil para las agencias de bienestar infantil y otros grupos averiguar a qué deben dedicar los recursos y dirigir las intervenciones", dijo Freisthler.
"Si podemos identificar determinados barrios como posibles puntos conflictivos de maltrato infantil relacionado con los opioides, podemos preparar intervenciones basadas en la comunidad".
Freisthler llevó a cabo la investigación con Nichole Michaels, del Nationwide Children's Hospital de Columbus, y Jennifer Price Wolf, del Pacific Institute for Research and Evaluation de Berkeley, California.
El estudio se publicó en el número de enero de 2022 de la revista Journal of Studies on Alcohol and Drugs.
Los investigadores estudiaron 9.231 grupos de bloques del Censo en Ohio, que se utilizaron como sustituto de los barrios. Esos grupos de bloques del Censo cubrían casi todo el estado.
Para cada grupo de bloques del Censo, el equipo recopiló datos de 2015 sobre el número de niños remitidos para investigaciones de abuso y negligencia infantil, así como el número de casos corroborados de maltrato infantil.
También examinaron las tasas de administración de naloxona para cada bloque censal ese mismo año. La naloxona es un medicamento de prescripción que el personal de emergencia utiliza para tratar a las personas que sufren una sobredosis de opioides.
Los resultados mostraron que las tasas más altas de administración de naloxona estaban relacionadas con un mayor número de remisiones para investigaciones de bienestar infantil y casos confirmados de maltrato infantil.
"Se ha producido un aumento del maltrato infantil en los últimos años, tras décadas de descenso, y es probable que esa tendencia esté relacionada, al menos en parte, con la crisis de los opiáceos", dijo Freisthler.
La relación entre el uso de la naloxona y el maltrato infantil fue especialmente fuerte en los condados rurales de los Apalaches, lo que puede deberse a sus altos índices de pobreza, dijo.
El estudio descubrió que los barrios con desventajas concentradas -medidas por los niveles de pobreza extrema, entre otros problemas- tenían problemas especialmente graves de maltrato infantil.
"Los condados de los Apalaches ya tienen economías deprimidas, lo cual es un factor de riesgo para el abuso y la negligencia infantil por sí mismo", dijo Freisthler.
"Si a esa desventaja se le añade el consumo de opiáceos, sólo se agravan esos riesgos".
Los resultados sugieren formas de ayudar a mitigar la crisis, dijo.
Podrían desplegarse equipos de respuesta rápida formados por profesionales de la salud pública, el trabajo social, la medicina, los servicios médicos de urgencia y la enfermería en los barrios que registran altas tasas de sobredosis, en un esfuerzo por prevenir problemas sociales adicionales.
Según Freisthler, el mensaje principal es que el sistema de bienestar infantil debe trabajar con los profesionales que se ocupan de la crisis de los opioides para abordar estos problemas sociales interconectados.
"La crisis de los opioides sigue con nosotros, aunque no aparezca tanto en los titulares", dijo.
"Mientras tengamos esa crisis, vamos a tener que lidiar con más casos potenciales de maltrato infantil".
